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El Derecho a la participación y a la recreación

Uno de los cambios que ha traído la Convención de los Derechos del Niño es que niños y adolescentes empezaron a ser reconocidos como sujetos de derechos. Los políticos, los medios de difusión, las ONGs y la sociedad civil en general tienen la obligación de incluir a los niños en sus respectivas esferas públicas con intervenciones, diálogos, debates y mandatos.
La Convención reconoce “que los niños pueden formarse un juicio propio a una edad temprana, y asegura la posibilidad de que los mismos puedan expresar su opinión libremente en todos los asuntos que los afecten, en función de su edad y madurez”. (Art. 12)
El padre y la madre o, en su caso, otros miembros de la familia y de la comunidad, deben garantizar al niño la satisfacción de sus necesidades nutritivas y formativas, a través de tareas, orientaciones y consejos apropiados. La contención por parte de los adultos es elemental y significante a lo largo del proceso del crecimiento, desarrollo y evolución del niño. Los padres juegan un rol fundamental para alentar la potencial autonomía y responsabilidad que todo niño tiene de acuerdo a su edad.
Es preciso capacitar y movilizar a los adultos que viven y trabajan con los niños, a fin de prepararlos para que  puedan ofrecerles la posibilidad de participar libremente en la sociedad y aprender actitudes democráticas.
La participación es un proceso de aprendizaje difícil que involucra diversos aspectos.
Es importante mencionar que para lograr una participación de los niños realmente pertinente es requisito fundamental garantizar el derecho a la información y a una información apropiada. De hecho, resulta esencial que los niños dispongan de la información necesaria sobre las opciones que existen y las consecuencias de tales opciones, para que así puedan tomar decisiones libremente y con pleno conocimiento de causa. La información es la base que permitirá que los niños puedan fortalecer sus opiniones y sus juicios, desarrollar sus aptitudes e incrementar su confianza a la hora de expresar sus opiniones e influir en las decisiones.
La participación, fortalecida con el derecho a la información, se constituye así en un derecho básico, civil y político, cuya vigencia podrá garantizar que los niños sean miembros activos de la sociedad. El niño y el adolescente, al participar, se convierten en “parte” de aquello en lo que participan, se convierten en coautores.

Respetar a los niños y darles oportunidades de participación es una de las maneras más efectivas para fomentarles creer en sí mismos y tener confianza en sus posibilidades.

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